LECTURA
Textos seleccionados para lectura preliminar.
Nocturnos para Seymour
(Extracto)
"La manera en que se vive un acontecimiento es la esencia de un relato. Enseguida se narra de la manera en que vamos a recordarlo. Después olvidamos alguna de esas historias, la mayoría, o ellas se desvirtúan como amarillean las páginas de los libros en el transcurso de los años. La única diferencia es que las palabras y las historias de un libro no varían como lo hacen las de los recuerdos. El presente modifica a su conveniencia los recuerdos, las historias y las palabras. No podemos recordar cuál fue el primer relato que elaboramos para evadirnos de la realidad o para tratar de comprenderla. Hubiera sido diferente de haber escrito desde el primer instante, pero éramos tan inocentes y crédulos que nos figurábamos en buenas manos. Hablarse a uno mismo no es de locos, tú lo hacías y lograbas evadirte, encontraste el modo de sobrevivir. Dibujabas, escribías y soñabas. Procurabas estar fuera de casa o esconderte en tu mesa de trabajo con la esperanza de no ser visto si apretabas con fuerza los dedos de los pies. Llegamos a convencernos de nuestra invisibilidad si permanecíamos quietos como estatuas y guardábamos un silencio sepulcral".
Las fronteras son quimeras
(Extracto)
"Cada día sin morir y cada persona que yo no perdía contaban, porque todos los días moría alguien y rezaba porque no fuera de mi familia ni de mis amistades ni de mi entorno; rezaba para que, al menos, fuera alguien sin rostro con quien nunca hubiera hablado ni hubiera visto ni de lejos. Nadie escuchaba mis rezos porque todos fueron muriendo de día en día. Alguno en mis brazos, otros ante mis ojos y otros a escondidas. No sabía cuándo iba a volver a ver o a hablar con alguien conocido". (De paso, Eduardo Caballero)
Charcos en la hierba
(Extracto)
"Rocío escogió las chucherías con esmero y llenó una pequeña bolsa, que no pesó en la balanza. El anciano se hizo con la bolsa sin apartar de ella la vista más que para indicarle el precio a su mujer, que abrió un pequeño monedero muy antiguo, buscó entre las monedas y fue entregando a su marido las que escogía. El anciano, a su vez, iba depositándolas en el mostrador con paciencia. Una de diez, una de veinte, otra de diez, una de cincuenta, una de cinco, otra de diez, no, esta de cinco sobra, trae. Rocío le ofreció la moneda de cinco a la anciana, su marido se adelantó a cogerla y se la entregó a su mujer, que la regresó al monedero con la satisfacción de quien ha ahorrado una moneda más. Él la tomó del brazo y se despidió de Rocío al tiempo que movía la mano hacia mí en un gesto de complicidad; caminaron despacio hasta la puerta. La anciana preguntó a su marido si llevaba la bolsa. Él se la mostró y volvió a guardarla en el bolsillo de la americana. Los estuve observando hasta que desaparecieron de mi vista. Rocío no dijo una palabra. Guardó las cinco monedas en la caja y atendió a un niño que llevaba esperando un rato".
Los bolsillos del corazón
(Extracto)
"Me prometió chuches cuando viniera a buscarme. Él no lo entiende. Mamá me lo prometió esta mañana. Ayer hice todo bien y esta mañana le pedí gominolas para el recreo. Las venden enfrente, pero aún no habían abierto, así que prometió comprármelas cuando viniera a buscarme. Ahora viene él gritando que el coche está en doble fila y que hemos de ir a ver a mamá, que no está bien. Creo que miente, porque no puede ser". (Gominolas)
Ahora que no estás
(Extracto)
"Nieves tuvo una época de estudiar canto. Le duró poco, por los estudios. Cantaba muy bien, pero resultaba evidente que no iba a ser su profesión sino, más bien, algo parecido a una muñeca que te regalan por tu cumpleaños y con la que juegas, ilusionada, durante una temporada para abandonarla en un cajón después. Cuando te haces adolescente, la sacas del cajón y la colocas en una estantería en un intento de reivindicar tu infancia al tiempo que de resaltar tu supuesta madurez. Comienzas a trabajar y la muñeca se va trasladando de lugar, buscando el sitio en el que menos estorbe. Un buen día, haces limpieza en tu habitación y decides tirar la muñeca a la basura porque no se puede guardar todo lo que pasa por tu vida y, al fin y al cabo, solo es una muñeca. Aunque traiga recuerdos, no puedes conservar todo. El jersey de la guardería, el babi, los primeros zapatos, la falda que llevabas el día del primer beso, los regalos de tus amigas, de tus pretendientes, los libros del colegio, los estuches de lápices, tus primeros pendientes. No se puede. Y la tiras. Es necesario renunciar a lo que nos gusta para salir adelante en la vida, desprenderse del peso para evolucionar. Soltar la muñeca para poder conducir un coche. Por eso renuncié a las manualidades, a ser como mi padre y a tener mi tienda o mi taller. Para salir adelante. Solo que miro hacia atrás y no veo a nadie, voy la última y solo veo espaldas alejándose".
Otro nombre, otra puerta
(Extracto)
"A veces me pregunto por lo que aún recuerdo para asegurarme de que no olvido algo. Es muy parecido a los exámenes, pero mi cuerpo reacciona mejor que cuando tenía que responder a todas esas preguntas sobre los insectos. Entonces me ponía muy enferma y me daba por vomitar hasta lo que no había comido, pero preguntarme por cosas de la otra casa no me pone así, sino que, en cierto modo, me hace sentir bien si no olvido algo, quizá porque ahora es como un mundo secreto dentro de mi habitación, como una tierra en la que sólo yo puedo entrar porque soy la única que la conoce de verdad, que la cuida y que la siente. Y la única que vivirá allí cuando sea algo mayor. Y cuando llegue ese momento me cambiaré de nombre para que nadie pueda encontrarme y me llamaré como mi amiga invisible". (Cien veces, no llegaré tarde)